miércoles, 8 de agosto de 2007

El último marroncito virgen

Haciendo temporada en Carlos Paz con mi guitarra tocando en la calle, pasé tanto hambre que los últimos días no tenía fuerzas ni para armar un acorde. Hasta que se me ocurrió una gran idea: me puse los lentes de sol y me hice pasar por ciego para que me dieran unos bizcochos en la panadería. Creía que haciéndome pasar por ciego le iba a dar lástima a la panadera, pero en realidad ya estaba dando lastima, hacía rato que venía dando lastima. Me dieron unos bizcochos del día anterior y me senté a comer en el cordón de la vereda con mi guitarra al lado, cuando de repente… se me acercó un ciruja manllín borracho de los peores con mucho olor a pata y aliento a escabio mezclado con mandarinas, un verdadero asco el tipo, se sentó a mi lado, carraspeó la garganta y con un intento de pasar por locutor (intento que fracasó) la lengua se le hizo una bola y se le llenó de baba los labios, cuando me dijo lo siguiente:
- debido a las ausencias, a las tristezas e ilusiones, y por que no debido a la ignorancia de no saber cual es el color de la luna, he llegado a la conclusión de que este planeta es aburrido, peor aun es una facsimilidad torpe y engañosa de algún planeta mejor, y como dijo un querido amigo mío… “A veces se me hace que este mundo es una falsificación de otro, nada sale nunca del todo bien, la vida es hermosa pero uno se muere, el amor tiene un altísimo precio, el vino ocasiona dolor de cabeza, siempre falta algún detalle y ese detalle es decisivo” Por desgracia, o no, vivimos en este mundo y considerando que las cosas no salen del todo bien y que estamos expuestos a sufrir inoportunas calamidades, no debemos ponernos tristes.
Hasta acá la cosa venía bien, era entendible su oratoria, salvo por las escupidas que se proporcionó el mismo en su brazo, sobretodo cuando dijo la palabra “siempre”, que sonó mas bien como un “siemfre”, en el momento que pronunció la efe se le escapó un chorro de baba que fue a parar justo en su mano, aunque siguió hablando como si nada. La filosofeada no terminó ahí:
- ¿vos sos músico pibe?... es tan pseudo-capacitado este mundo que hasta los artistas sufren la desgracia de siempre tropezar al bajar del escenario, pero yo soy mas listo y diligente, he decidido no ser artista nunca. Este mundo apócrifo (chorro de baba), nos deja: malandanzas, desventuras, infortunios, contratiempos, adversidades, fatalidades y desdichas. No hay nada que hacer en este mundo, no hay nada para ver en este mundo, por eso hermano no te preocupes por ser ciego.
Se me pasó un bizcocho entero por la traquea, no podía creer que el borracho pensara que yo era ciego, nadie se lo creyó, ni la panadera. En ese momento intentó levantarse, cosa que logró con mucho esfuerzo, y antes de irse me dijo:
- lo único realmente hermoso y que se justifica tener ojos para ver, son las mujeres, ¡ay las mujeres!, gorda, flaca, alta, bajita, todo existe en su cabellera, en su cuello, en sus piernas, en sus tetas, las mujeres son perfectas. Pibe, si tenés la posibilidad algún día de tocar a una mujer te vas a dar cuenta de lo que te digo.
Y se fué, sin más, desapareció, y yo me quedé más ciego que antes y con un bizcocho tapándome las vías respiratorias. Nunca estuve con una mujer hasta ese momento, nunca sentí a una mujer de la forma que él me dijo. Te juro que volví a Córdoba con unas ganas terribles de ver y tocar a alguna amiga del barrio, la que fuere, la Paola o la Laura, daba igual, nunca me puse a pensar el lo perfecto de las tetas de mis amigas, no creía que mis amigas eran mujeres; para esa época yo solo pensaba en sexo (de lo cual nunca había gozado) cada vez que veía a una amiga veía una concha, pero nunca la perfección del cuerpo, la suavidad de la piel o el aroma del pelo, incluso el gusto de su boca; la verdad es que estaba muy ciego, y muy pajero.
La conocí en una fiesta, tenía ojos claros aunque su piel era oscura, tenía 17 años, yo solo tenía 14, era un poco más alta que yo, la saqué a bailar y ella me besó en la boca, ella era hermosa y la tenía clarísima, yo era un zapato y la tenía durísima, nos fuimos afuera de la casa, y después de unos besos nos fuimos arriba del baúl de un auto. He sido hippie, he sido heavy, he sido folklorista, también cuartetero al mango, comunista, ricotero y cumbiero, pero en ningún lugar he sido tan feliz como aquella noche.... ....sobre el baúl de un auto.... ....entrando.... ....y saliendo.... ....del cuerpo de aquella mujer tan perfecta. (¿cómo era su nombre?)

9 comentarios:

Anónimo dijo...

me duelen los pomulos de cagarme de risa.
y eso que la palabra "pomulos" me parece tan estupida.
genio.

Romis dijo...

Muchas veces me contaste esa anécdota, pero así escrita... suena mil veces más exótica. Seguí escribiendo, transmitís mucho.

Marcos Luc dijo...

A nadie engañás... te la comés doblada!

Marcos Luc dijo...

Roberto se llamaba... Muy buena historia, loco. ¿Qué fumás para escribir? Pasame.

Anónimo dijo...

marcos no te desubiques.
ya empezas a corromper este blog.
aparte se llamaba Raul

Anónimo dijo...

ernesto, era ernestito ¡ay!

Anónimo dijo...

Ja ja!! y siii hay que escuchar a los borrachos...brindo por eso compadre!

Anónimo dijo...

Me he cagado bastante de la risa, conoci un poco de tu historia y tu sencibilidad.

Me gustò mucho marroncito"!!!

Anónimo dijo...

Marroncito, debo decirte que si seguís inyectando tanta filosofía en tan pocos renglones nos vas a provocar un shoc o shot ( para mi con mani, ja!!!)
Es cierto que somos un intento de un mundo mejor. No estamos tan lejos de darnos cuenta de eso que escribiste y que parece tan de borrrachos. Espero verte ese día.
En cuanto a ls mujeres. Que te puedo decir... Son hermosas, especialmente aquellas a las que llegamos a amar. Ni te cuento la que te ama... Ni te cuento...
Seguí escribiendo, vago!!! O pensás conformarnos con dos parrafitos de morondanga?
Te adoro. Clara.